Las "plantas medicinales" han sido empleadas desde hace siglos para restaurar la salud. Distintas culturas, en distintos lugares y en todos los tiempos han aportado su visión y su conocimiento. Es un legado ancestral que aún hoy se recupera y actualiza con nuevos aportes. Los "yuyeros" del Siglo 21 continuamos la tradición: aquí una recopilación de artículos, notas e investigaciones sobre la temática ...sean bienvenid@s a esta bitácora virtual !
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Liquidámbar... o el árbol del estoraque

"Le despertó una brisa suave que soplaba por sus cabellos empapados. La sensación de escalofrío al sentir el aire fresco sobre sus mojadas y raídas ropas y el evidente desconcierto por no saber en donde se encontraba en ese momento, contrastaba con el olor a paz que se respiraba en aquella playa de blanquísimas arenas. Nada en esa incondicional calma podía hacer sospechar la situación por la que pasaron él y sus compañeros de viaje tan sólo unas pocas horas antes en medio de aquella terrible tormenta. Como único testimonio de ello los escasos restos del naufragio que se iban acercando hasta la orilla y que por desgracia no venían acompañados por señal alguna de sus compañeros.

¡Mal comienzo para una expedición cuya misión residía en el conocimiento del Nuevo Mundo, recién descubierto!.
Decidió entonces dar un paseo para explorar el resto de la playa en busca de algún superviviente. Se dio cuenta en aquel momento que aquella playa no tenía fin, que el lugar en el que se encontraba no era un pequeño islote en medio del océano sino que más bien se trataba de una inmensa isla o tal vez un continente. Si así era, sólo sería cuestión de tiempo encontrarse con algún habitante de aquellos contornos.

Tras varias horas de paseo en solitario sin encontrar ninguna criatura que caminase erguida, fue la sed la que le hizo dejar la excursión para pasar a la incursión, en busca de algún arroyo o manantial donde poder refrescarse y beber un trago de agua.
Al poco de adentrarse por la frondosa selva que monopolizaba aquellos lugares, encontró los primeros vestigios de civilización, llegando por fin a una pequeña aldea que parecía deshabitada.

Tras varios días de aquí para allá, de una aldea a otra, a cual más abandonada, alimentándose con lo que podía y bebiendo de los abundantes arroyos del lugar, por fin en el enésimo poblado, en una de las chozas, encontró a una familia de nativos con aspecto de estar invadidos por alguna grave enfermedad. Cayó en la cuenta entonces sobre la causa de la desolación de los poblados. Sin duda una devastadora epidemia estaba haciendo mella sobre los habitantes de aquella comarca que probablemente abandonarían sus moradas e incluso dejarían atrás a los miembros de sus tribus afectados por la infección, y aunque abandonar a tus hermanos es sin duda un acto de una infinita crueldad, no se atrevió a reprocharles nada. De hecho, él hizo lo mismo por miedo al contagio y abandonó a su suerte a la infortunada familia.

Transcurridos dos días de su precipitada espantada empezó a sentirse cansado y sofocado, la garganta le ardía y le costaba respirar. Si hubiera podido ver reflejada su imagen en los remansos de agua cristalina que tanto abundaban, habría pensado que estaba viendo aún en su mente la figura desahuciada de los infortunados enfermos. Pero él ya no gozaba del privilegio de pensar y su intelecto era desbancado por el impulso vital del instinto, que le llevó, con caminar titubeante, hasta la base de un árbol que daba paso al comienzo de un bosque de ensueño, surrealista. Ante el despliegue de color desbordante que se pintaba sobre las hojas de aquella arboleda se doblegaron sus exánimes piernas y cayeron pesados sus párpados, rendidos a su inverosímil exhibición.

... Le despertó otra vez la suave brisa, otra vez la calma se impuso a su segunda tempestad de la semana, ¡el temporal ardiente de la fiebre!. Tardó en reaccionar un instante mientras llovían hojas secas de variados colores, encendidos amarillos y púrpuras penetrantes. Se notó la boca húmeda y los labios pringosos. Todo su cuerpo en definitiva cubierto de aquella sustancia pegajosa que goteaba de las ramas de aquellos imponentes árboles.
Tras unos minutos recordaba, ahora si con claridad, que contrajo aquella enfermedad que tantos estragos había hecho en otros y que sin embargo contra toda lógica no había podido con él. Tal vez tuviera algo que ver ese líquido de color ámbar que recordaba a la miel, exudado por aquellos mágicos árboles y que ahora comprendía que habría ingerido de forma fortuita en su estado de inconsciencia.

Animado por la fuerza del que cree haber descubierto el bálsamo para todos los males, retornó con urgencia, bajando montañas y cruzando ríos en su viaje de vuelta a la aldea en donde la familia de nativos quedaron abandonados a su suerte. Llevaba consigo el jugo salvador, esperando que no fuera demasiado tarde..."

Nuestro protagonista tenía la firme convicción de que el ámbar líquido que había descubierto acabaría con aquella grave epidemia, pero lo que aún no sabía era que unas semanas antes los miembros de una expedición procedentes de la vieja Europa, quizás sus propios compañeros de naufragio, pasaron por allí dejando a su paso el pequeño virus de la influenza, una simple gripe reparable con unos días de reposo pero que para los habitantes de estos contornos tenía resultados nefastos. En estas tierras, durante cientos de años ajenos a enfermedades y contagios, no desarrollaron defensas para semejantes males, sus cuerpos no estaban preparados.



Dejando atrás este colorido relato, digamos que el LIQUIDÁMBAR (Liquidambar styraciflua) tiene varios nombres populares: Liquidámbar, Árbol del ámbar, Ocozol, Estoraque, Árbol del estoraque, Copalillo.

También conocido como: Bálsamo, Bálsamo blanco, Copalme, Copalome, Cotoraque, Icob, Iengau-o, Ingamo, Kamaliso, Ko’ma, Liquidambo, Molá, Nitebiito, Nitje-pijto, Occob, Ocóm, Ocop, Ocozote, Quiramba, Quirambaro, Slu’to’nko, Somerio, Suchete, Tzote, Xochicatsuahuitl, Yaga-bizigui, Yaga-huille (en lenguas indígenas y en español).

Familia: Hamamelidaceae.
Lugar de origen: Sur de EE.UU, Méjico y Guatemala. 

Etimología: Linneo puso nombre al género Liquidámbar con el vocablo latino liquidus, “líquido”, y el árabe ámbar, en referencia a la resina aromática que exuda la corteza. La denominación de la especie styraciflua procede de la resina denominada styrax (estoraque) y del verbo latino fluere, que significa “fluir”.

Propiedades medicinales: De la resina exudada de su corteza y sus hojas se extrae un bálsamo que se conoce como “estoraque americano” y que se usa contra la caries, para sanar heridas, para tratar la lepra y para proteger la piel contra la picadura de insectos. Con la corteza se prepara un jarabe para tratar la diarrea (astringente) y la disentería en los niños. Se le atribuyen propiedades sudoríficas, estimulantes, diuréticas y antigonorréicas. Antiguamente se administraba en afecciones catarrales crónicas, ya que tiene la capacidad de aliviar los síntomas de algunas enfermedades del aparato respiratorio (catarro crónico, asma y bronquitis, tos, etc.)

Se usa como desinfectante y para elaborar ungüentos, emplastos y pomadas (cortes, heridas, sarna, parasitosis, eccemas, ulceraciones)

El aceite esencial de esta planta medicinal contiene styrol, vanillina, alcohol fenilpropílico, bencílico, etílico y cinámico. 

Curiosidades:

Como de costumbre fue un misionero, en este caso John Banister, quien trajo este árbol por primera vez a Europa y lo plantó en Londres hacia 1681, en los patios de Fulham Palace. Pero la primera noticia sobre esta especie se conoció años antes, en 1571 cuando el naturalista español Francisco Hernández, que fue enviado a las américas por Felipe II en misión exploratoria, se sorprendió al descubrir la resina aromática que exudaba el árbol y escribió que era semejante al ámbar líquido, dando lugar al nombre científico con el que se conoce a este árbol.

Este ámbar líquido tenía diversas propiedades medicinales, como hemos visto en el anterior apartado, sin embargo su uso más común no es el medicinal, apenas presente en la actualidad, sino que se impone claramente su empleo en cosmética utilizándose en perfumería para aromatizar jabones, esencias, pomadas, cremas, etcétera. Su valor aromatizante hace que se use como incienso en hogares y templos. Los aztecas lo utilizaban como aromatizante del tabaco y como objeto de impuesto y comercio. También se utiliza en fumigadores e incluso como chicle.

El naturalista Francisco Hernández quizás creyó haber descubierto una sustancia con interminables propiedades. También lo creyó el personaje anónimo de nuestro relato, pero lo cierto es que mucho antes que ellos los antiguos pobladores del Anáhuac en el centro de México, ya conocían de sobra la verdadera naturaleza de esta sustancia, a la que en su lengua llamaban xochiocotzol (que significaba algo así como “trementina aromática”), y por extensión el árbol era conocido con el nombre de Xochicotzoquahuitl (árbol que produce trementina aromática).

Pardal en 'Medicina Aborigen Americana' hace referencia al bálsamo empleado, además del Myroxylon, por los aztecas y los indios de Centro América, al que por su similitud con los bálsamos conocidos anteriormente en Oriente y en Europa, se lo conoció con los nombres de Storaque americano, ámbar líquido o liquidámbar."
"De un uso general para diversas dermatosis, era el bálsamo de Xochicotzoquehuitl (Liquidambar styraciflua) que se difundió, después de la llegada de los españoles, por Europa." (Pardal, Ramón: Medicina Aborigen Americana, Cuarta Parte: Drogas Americanas en la Medicina Moderna, Ed.Renacimiento, Ed. Nova. Primera Edic. Buenos Aires 1937).



Mucho tiempo antes ya José de Acosta refería: "Después del bálsamo tiene estima el liquidámbar; es otro licor, también oloroso y medicinal, más espeso en sí y que se viene a cuajar y hacer pasta; de complexión cálida, de buen perfume y que le aplican a heridas y otras necesidades, en que me remito a los médicos, especialmente al doctor Monardes, que en la primera parte escribió de este licor y de otros muchos medicinales que vienen de Indias.
Viene también el liquidámbar de la Nueva España, y es, sin duda, aventajada aquella provincia en estas gomas, o licores, o jugos de árboles, y así tienen copia de diversas materias para perfumes y para medicinas." (Acosta, José de (1539-1600): Historia natural y moral de las Indias, Cap. XXIX Del liquidámbar y otros aceites y gomas y drogas, que se traen de Indias, Biblioteca Virtual Cervantes)

El estoraque es un bálsamo resinoide que se obtiene exprimiendo la corteza del liquidámbar, y vale la pena aclarar que resinoides son los productos derivados de las resinas, gomas y gomorresinas de los vegetales, algunos de los cuales se emplean en perfumería y cosmética y otros con fines terapéuticos.
En Medicina y Etnobotánica Aztecas se mencionan las virtudes terapéuticas de numerosas especies referenciadas por los cronistas, entre ellas "el liquidámbar o xochiocotzotl (Liquidambar styraciflua), que se utilizaba para curar la sarna y cuyo principio activo, la estorenina, es efectivamente útil para eliminar los parásitos de la piel."

Los nativos de algunos países de América Latina la mascaban como chicle con la idea de preservar los dientes. 
Antes de la llegada de los españoles se usaba como aromatizante del tabaco y como incienso en los templos y casas.

"Las sirvientas presentaron por último, a manera del café que posteriormente se ha establecido servir en Europa después de la comida, anchas jícaras de espumoso chocolate, y seguidamente quemaron nuevos perfumes y presentaron a Moctezuma y a su convidado unas largas pipas parecidas a las turcas, llenas de tabaco y de resina de xochiocotzol, llamada vulgarmente liquidámbar." (Gómez de Avellaneda, Gertrudis (1814-1873): Guatimozín, último emperador de Méjico, Cap. III Visita de Cortez a Moctezuma, Biblioteca Virtual Cervantes).


Recetas de esta planta medicinal:

Bálsamo: el bálsamo de estoraque se obtiene haciendo incisiones en el tronco del árbol, es utilizado para hacer fumigaciones y desinfectar habitaciones que permanecido largo tiempo cerradas, con olor a humedad, o donde yacen personas enfermas.
A tal fin se coloca una cucharada de bálsamo de estoraque en un recipiente que tenga agua en ebullición. Estos vapores además de perfumar y desodorizar el ambiente, actúan benéficamente sobre el aparato respiratorio, tal cual lo hace el sahumerio de hojas de eucaliptos.

Fiestas populares: En la siguiente página, el Municipio de San Julián (El Salvador) informa sobre las actividades a desarrollar en el Festival del Bálsamo, pues es uno de los mayores productores y exportadores de estoraque: “…En San Julián también se puede realizar el tour del bálsamo. Éste consiste en una visita guiada a la finca Los Leones, para conocer paso a paso el desarrollo del los árboles y el proceso para la extracción de la resina…” Para más detalles, ingresa a 



Fuentes destacadas:
1- Guía del Plantabosques, elaborada por el "Vivero El Plantabosques" de Candeleda, Ávila, España
2- Blog: Verde Chaco / Conocer, valorar, preservar