Casi todo lo que generalmente sabemos sobre esa raza que habitaba las praderas de Estados Unidos antes de la llegada de los conquistadores, se reduce a una deformada y occidentalizada mitología de historietas, películas fratricidas y juguetes infantiles. Una imagen de plástico con plumas que habla solemnemente, sin conjugar los verbos (los ingleses)
Por eso, escuchar la voz de un Piel Roja contando y hablando del universo de su gente es una experiencia tan asombrosa y emocionante que nos deja sin comentarios.
Aquí está esa voz. Son extracciones de Siete Flechas, un libro escrito por Hyemeyohsts Storm, que ha reunido toda la cosmología que recibió de su padre en una cadena de enseñanzas orales que se remonta a los tiempos en que los búfalos pastaban libres, antes que el hombre blanco les hiciera olvidar, con el alcohol y el comercio, la sabiduría natural de la Rueda Medicinal, el espejo del universo.
Cada ser del Universo es una Rueda Medicinal
“Esta es la aventura del Pueblo, del Pueblo Indio de las planicies. Es probable que hayas conocido a esta gente, pero solo por los nombres que les ha dado el hombre blanco, nombres como Cheyene, Crow, y Sioux. Aquí aprenderás a conocerlos tal como los conocía la gente: por los nombres de Flecha Pintada, Pequeña Águila Negra, y Pueblo Hermano.
En el centro de la historia de este pueblo, y rodeándola, está la historia de la Rueda Medicinal. La Rueda Medicinal es la Forma de la Vida misma del Pueblo. Es una comprensión del Universo. Es la manera que les fue dada a los Jefes de la Paz, nuestros Maestros, y ellos nos la dieron a nosotros. La Rueda Medicinal es todo lo del Pueblo.
La Rueda Medicinal es la llama viviente de las tiendas, y el gran Escudo de la Verdad escrito en el Signo del Agua. Es la Estrella de Fuego y el Tambor Pintado que se ven solamente en los ojos de los niños. Es la Pipa Roja del Don del Búfalo, fumada en las montañas sagradas, y las Cuatro Flechas de la Tienda del Pueblo. Es nuestra Danza del Sol.
Tocar a nuestros hermanos y hermanas es el primer paso de la Rueda Medicinal. Después, ella nos habla de tocar el mundo que nos rodea, los animales, los árboles, la hierba, y todas las demás cosas vivientes. Finalmente nos enseña a cantar la Canción del Mundo y, de esta manera, a convertirnos en seres eternos.
Ven a sentarte conmigo. Y fumemos la Pipa de la Paz y el Entendimiento. Toquémonos. Seamos el uno para el otro un regalo, como lo es el búfalo. Seamos carne para alimentarnos mutuamente, y así poder crecer. Siéntese aquí conmigo, cada uno de ustedes, tal cual se perciban a sí mismos, ya sea como un ratón, como un lobo, un coyote, una comadreja, un zorro o un pájaro de la pradera. Déjenme ver a través de sus ojos. Aquí, en esta gran Tienda del Pueblo, en esta Danza del Sol, enseñémonos los unos a los otros cada una de las maneras que tiene esta Gran Rueda Medicinal, nuestra Tierra.”
La Rueda Medicinal
Este círculo, la Rueda Medicinal, puede comprenderse mejor si se piensa en él como en un espejo en el cual se reflejan todas las cosas. “El Universo es el Espejo del Pueblo”, nos dicen los antiguos Maestros, “y cada persona es un Espejo para las otras personas”.
Cualquier idea, persona u objeto pueden ser para un hombre una Rueda Medicinal, un Espejo. La flor más diminuta puede ser ese Espejo, lo mismo que un lobo, una historia, un roce, una religión, o la cima de una montaña. Una persona sola, en la cima de una montaña, por ejemplo, puede sentir miedo. Otra puede sentirse calma y serena. Otra puede sentirse sola, y puede que una cuarta no sienta nada de nada. En todos los casos la cima de la montaña seguirá siendo la misma, pero habrá sido percibida de modo diferente, porque reflejó los sentimientos de las distintas personas que la experimentaron. Este libro, Siete Flechas, es uno de esos espejos. Es una rueda medicinal, como ustedes.
Aquí tenemos un dibujo de una Rueda Medicinal sencilla. Los Maestros solían construirla con pequeñas piedras y guijarros que disponían de esta manera sobre el suelo, a la vista de todos.
Cada una de estas pequeñas piedras que forman la Rueda Medicinal representa una de las muchas cosas contenidas en el Universo. Una te representa a ti, otra me representa a mí. En otras están nuestras madres, padres, hermanos, hermanas, y nuestros amigos. Y hay otras que simbolizan halcones, al búfalo, al ante, y a los lobos. Existen también piedras que representan religiones, gobiernos, filosofías y hasta naciones enteras. Todas las cosas están contenidas en la Rueda Medicinal, y todas las cosas son iguales dentro de ella. La Rueda Medicinal es el Universo Total.
Nuestros Maestros nos dicen que todas las cosas dentro de la Rueda Universal saben de la Armonía con respecto a las demás cosas, y saben cómo entregarse la una a la otra, excepto el hombre. De todas las criaturas del Universo, solamente nosotros comenzamos nuestra vida sin el conocimiento de esta gran Armonía.
Todas las cosas en la Rueda Universal tienen espíritu y tienen vida, incluyendo los ríos, las rocas, la tierra, el cielo, las plantas y los animales. Solamente el hombre, entre todos los seres de la Rueda, tiene poder de decisión. Nuestro espíritu puede alcanzar la plenitud solo a través del aprendizaje de la Armonía con nuestros hermanos y hermanas, y con los otros espíritus del Universo. Y para lograrlo debemos aprender a buscar y a percibir. Así debemos hacer para descubrir nuestra ubicación dentro de la Rueda Medicinal. Para determinar esta ubicación debemos aprender a entregar.
Debemos seguir nuestra Búsqueda de la Visión, nuestra búsqueda de la percepción, para descubrirnos a nosotros mismos, para saber cómo nos percibimos, para encontrar nuestra relación con el mundo que nos rodea.
Los Cuatro Grandes Poderes de la Rueda Medicinal son lo primero que un niño del pueblo aprende. Al Norte de la Rueda Medicinal se encuentra la Sabiduría. El color de la Sabiduría del norte es el Blanco, y su animal Medicinal es el Búfalo. El Sur se representa con el signo del Ratón, y su color medicinal es el Verde. Es el lugar de la inocencia y de la confianza, para la percepción íntima de la naturaleza de nuestro corazón. En el Oeste se encuentra el signo del Oso. Es el lugar de la mirada interior, que nos dice de la naturaleza introspectiva del hombre. Su color es el negro. El este está marcado por el signo del Águila. Es el lugar de la Iluminación, donde podemos ver las cosas con amplitud y a una clara distancia. Su color es el dorado del Lucero del Alba.
Cada uno de nosotros recibe al nacer, una ubicación inicial entre estas cuatro grandes direcciones de la Rueda Medicinal. Es esta posición de partida la que nos brinda nuestro modo inicial de percibir las cosas, que se convertirá en el camino más fácil y natural a lo largo de nuestras vidas.
Pero cualquier persona que perciba solo de una de estas cuatro direcciones no será más que un hombre parcial. Por ejemplo, un hombre que posea únicamente el Don del Norte, será sabio. Pero será además un hombre frío en sus sentimientos. Y un hombre que habite solamente en el Este tendrá la Visión del Águila, clara y de largo alcance, pero no estará nunca cerca de las cosas. Se sentirá aislado, elevado por encima de la vida, y nunca comprenderá que las cosas pueden tocarlo. Un hombre o una mujer que solo percibe desde el Oeste, volverá una y otra vez sobre el mismo pensamiento, sin arribar nunca a una decisión. Y una persona que posea únicamente el Don del Sur lo verá todo con los ojos del Ratón. Estará tan pegado a la tierra y su visión será de tan corto alcance, que no podrá ver nada que no esté frente a sus ojos y al contacto de sus bigotes.
Hay muchas personas que poseen dos o tres de esos Dones, pero no son aún personas Enteras. Un hombre puede se Oso del Este, ó Águila del Sur. El primero de estos hombres tendrá el Don de ver Introspectivamente dentro de la Iluminación, pero carecerá de los Dones del Contacto y de la Sabiduría. El segundo será capaz de Ver con Claridad y distancia, como el Águila, dentro de la Confianza y la Inocencia, pero lo ignorará todo sobre el Norte, y sobre el lugar de la Mirada Interior.
De la misma manera una persona puede ser sólo un Oso Dorado del Norte, o un Águila Negra del Sur. Pero ninguna de estas personas será una persona Entera. Cuando cada uno de nosotros ha conocido su Don Inicial, su primera ubicación en la Rueda Medicinal, debe entonces crecer a través de la Búsqueda de la Comprensión en cada uno de los Cuatro Grandes Modos. Solo de esta manera alcanzará a ser Completo, capaz de Equilibrio y Decisión en aquello que haga. Siete Flechas habla de este crecimiento y esta búsqueda.
Al Tocar y al Sentir se Experimenta. Mucha gente transcurre su vida entera sin haber Tocado, ni haber sido Tocado realmente por nada. Estas personas viven inmersas en un mundo de la mente y de la imaginación, que puede llegar a motivarles alegría, lágrimas, felicidad o tristeza. Pero son personas que nunca Tocan verdaderamente. No viven ni llegan a fundirse con la vida.
El Danzante del Sol cree que cada persona es una Rueda Medicinal Viviente única, poderosa más allá de lo imaginable, que ha sido delimitada y colocada sobre esta tierra para Tocar, Experimentar y Aprender. Los Seis ancianos me enseñaron que cada hombre, cada mujer y cada niño fueron en un momento un Poder Viviente que existió en algún lugar en el tiempo y en el espacio. Estos Poderes no tenían forma, pero tenían conciencia, estaban vivos.
Cada Poder poseía una energía y una hermosura ilimitadas. Estas Ruedas Medicinales vivientes eran capaces de cualquier cosa. Eran bellas y perfectas en todos los aspectos excepto en uno. Carecían de una comprensión de la limitación, no tenían experiencia de la substancia. Eran estos Seres, energía total de la Mente, sin Cuerpo ni Corazón. Habían sido colocados sobre esta tierra para poder aprender los asuntos del Corazón a través de la experiencia del Tocar.
Según los Maestros, solo hay una cosa que todas las personas posen por igual. Es su soledad. No existen, sobre la superficie de la Tierra, dos personas que sean iguales en ningún aspecto, excepto en su soledad. Esa es la causa de nuestro Crecimiento, pero también es la causa de nuestras guerras. Las raíces del amor, del odio, de la codicia, de la generosidad están en nuestra soledad, en nuestro deseo de ser necesitados y amados.
El único modo que tenemos de superar la soledad es Tocando. Solamente de esta manera podemos aprender a convertirnos en Seres Totales. Dios es una presencia de esta Totalidad. Heamavihio, el Aliento de la Sabiduría y Miaheyyun, Entendimiento Total, son solo dos de las palabras que expresan, en lenguaje Cheyenne, esta Totalidad.
El Círculo de la Rueda Medicinal es el Universo. Es el cambio, la vida, la muerte, el nacimiento y el Aprendizaje. Este gran círculo es la tienda donde habitan nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestros corazones. Es el ciclo de todas las cosas que existen. El círculo es nuestra manera de Tocar, y de experimentar la Armonía con todas las otras cosas que nos rodean. Y, para aquellos que buscan el entendimiento, el Círculo es un Espejo. Este círculo es el Árbol Floreciente.
Cuando experimentamos el Árbol Floreciente, escuchamos dentro de nuestra oscuridad el rayo iluminador. Después vemos el trueno dentro de esta iluminación. El primero nos habla sosegadamente, y el segundo nos canta sobre nuestro aprendizaje. Esta canción que cantan es la Canción del Coyote, el suave acertijo del aprendizaje.
Cuando el Coyote canta muchos otros Coyotes hacen eco a su canción. Estas canciones, nos dicen los Maestros, son las canciones de los muchos reflejos que habitan dentro nuestro. Por ejemplo: dentro de cada hombre existe el reflejo de una mujer, y dentro de cada mujer existe el reflejo de un hombre. Dentro de cada hombre y de cada mujer existe también el reflejo de un Anciano, de una Anciana, de un Niñito y de una Niñita.
El modo de la Danza Solar es en sí mismo una Cosa Viviente. Está siempre Creciendo y Girando dentro de las personas. No es algo que se aprenda estudiando ritos y tradiciones antiguas, sino buscando la Comprensión y permitiéndole Crecer dentro de tu propio Corazón y de tu propia Mente.