Por Karim Raad, Médico Homeópata Unicista
El campo de aplicación de las Plantas Medicinales "... es muy extenso abarcando en general todas las patologías que afectan la salud de los distintos reinos, pues consideramos que así como podemos ayudar a sanar a un humano o animal con las sustancias provenientes de las plantas, con ellas mismas podemos ayudar a curar la tierra, los árboles, las mismas plantas, los ríos y la vida en general.
En noviembre de 2004 mientras asistía a un curso organizado por la RAAA –Red de Acción al uso de Agroquímicos- sobre bioagricultura en el Perú, visitábamos diversos fundos conociendo extraordinarias experiencias para la producción sana, libre de tóxicos. En una de estas visitas llegamos hasta un lugar en donde se estaba logrando una maravillosa manufactura en tierras recuperadas al desierto que es característico de la zona o franja occidental de todo ese país.
Como inicio de la metodología utilizada en la recuperación de la calidad del suelo, se veían en la necesidad de lavarlo –literalmente- pues este contenía grandes trazas de salinidad debido a que, en primer lugar la zona es desértica, muy cerca de la orilla del mar y segundo, toda ella fue en épocas pretéritas lecho marino. Ante mi asombro vi cómo vertían agua a presión durante horas en suelos muy erosionados mediante lo que ellos denominaban “el lavado desalinizador”.
Grande fue mi admiración cuando empecé a notar que luego de ese “lavado” empezaban a brotar dos especies vegetales de las cuales no existían otras plantas cercanas de donde pudieran provenir las simientes. Debemos recordar que estábamos en un desierto. Estas especies: Acedera (Oxalis acetosella) y el Amorseco (Bidens pilosa) acudían como pioneras en la recuperación del suelo. Recordemos, también, que existen dos grandes categorías: las esiofilas y las heliófilas que cumplen con esta labor. Dentro de las primeras que son de porte bajo y crecen a la sombra de las que buscan el sol –heliófilas- clasificamos a estas dos precursoras.
Hasta aquí todo era normal a excepción del hecho de no saber de donde partieron las primeras simientes, sin poder asegurar que éstas estaban consignadas en el suelo durante centurias hasta contar con el estímulo necesario para su reverdecimiento. Lo para mi extraordinario fue notar y asociar que estas dos especies son utilizadas no solo por la medicina natural como antipirética la primera y gran cicatrizante la segunda, sino que de allí se aislaron grandes sustancias utilizadas por la farmacia convencional: de la Acedera el ácido oxálico para uso en la fiebre y del Amor Seco los cubanos han patentado hoy un nuevo medicamento reconocido como “Bidens” con campo de aplicación cicatrizante en la úlcera gástrica.
Luego asocié: cuando tenemos fiebre usamos las virtudes del trébol y cuando necesitamos cicatrizar usamos las virtudes del amor seco.
¿Y qué era lo que tenía esa tierra desértica?
¿Cuando la tierra está caliente no tiene acaso fiebre?
¿Y cuando está erosionada, partida, no tiene acaso una ulceración?
Si hemos logrado sanar estos males con las virtudes regaladas desde las plantas, ¿porqué no podemos entonces curar a la misma tierra con ellas, o a los ríos, o a los árboles… o a ellas mismas?
¿Será acaso un exabrupto pretender tal maravilla, si durante milenios hemos sido asistidos por sus virtudes con el más grande de los éxitos?
En el universo Todos somos parte de un Todo. La expresión vital emanada desde su núcleo tiene diversas manifestaciones y campos de longitud de onda vibracional. Pero esencialmente somos parte del Todo y por ello estamos constituidos con la misma “materia”, con el mismo elemento, con la misma esencia. Por ellos somos hijos de la tierra, de la “Pacha Mama” como nos lo han indicado los ancestros y somos hermanos de la estrella, de la gota de rocío, de la hoja del árbol o de la tarde soleada… estamos constituidos del mismo material con distinta expresión o campo de frecuencia o de onda.
Y entendiendo, aceptando esto, podremos comprender como se dan esas sinergias, esas colaboraciones “de manos entrelazadas trabajando todos por la vida verdadera” como dice en el bello poema Thiago de Mello. Estoy consciente que todo esto suena un poco poético, pero afirmo que ello no le resta valor al sentido de pertenencia universal y a la posibilidad de asociarnos como un todo consciente para sanar la vida, curando a la raza de superficie del planeta, o a los animalitos, o a los ríos, lagunas y hasta los suelos de esta tierra hoy agredida por la estultia reinante.
Pues bien, si es poético o no, si es “científico” o no, debo dejar los prejuicios de lado y atender a lo que el sentido común me indicó y reconocer la maravillosa asistencia que allí se daba y asociarla abiertamente con el uso de estas plantas, las patologías en las cuales tienen un valor reconocido y la lectura objetiva al interpretar los síntomas de la tierra y el papel de ellas en su regeneración.
Desde entonces cada día soy más consciente de la sinergia que entre los reinos se da para sustentar la vida y atento a ella he ido encontrando otras de sus manifestaciones..."
Fuente: "Elaboración de un Botiquín de Emergencias Casero con Plantas Medicinales en Microdosis", de Karim Raad, Médico Homeópata Unicista